lunes, 11 de noviembre de 2013

Tu remisa coincidencia.

Por Roberto Carlos Holguin.

Todos añoran volver, todos algún día quisieron volver a un segundo...
nada fuera de lo normal, pero cuando viene
no podemos volver de ese otro minúsculo cuarto, sino a la memoria.

Deprimente se convierte la convicción, 
por más que los dedos se muevan, no puedo llegar
a los monumentos que solía trazar.
Algunos son, ya, los maestros de lo que sueñan
congregados en la sala de su momento.

Se apilan ya las miles, y miles de purgas 
que ha sufrido la catedral; para ya no más
el seguir la burla al humano reseco y reacio.
¿Adónde fueron? si es que fueron.

Extraño verme en el incómodo momento
en el que me convertí en tu coincidencia menos refutable.
No te lo digo, pero mucho ya lo adivinas, 
con decirte las últimas raciones de este festín de bobas palabras.

sábado, 19 de octubre de 2013

3:03 a.m.

Por Roberto C. Holguin.

Quiero empezar a preguntarte,

¿cuántas veces me he visto tan pretencioso?
Porque repetidas veces me he puesto
a calcular los pasos y los minutos que paso
para simplemente poder tener una.
Una imagen móvil de tus reflejos y sentidos...

Ya no te busco en recovecos de mi memoria

y te busco en lugares y cosas tan mías.

Sí, ya hay algo, y no lo sabemos aún.


Siempre que empiezo, persigo eso y me canso.

Sólo veo siluetas de eso que veo en ti.

Sólo eso, sólo ella. Marginado y apasionado.

Qué maldición para un bohemio.

lunes, 7 de octubre de 2013

Ebrill M.

Por Roberto C. Holguin

Dirigidos momentos he pasado
desde que mis memorias
hacen procesar que hay alguien
que no simplemente me intriga,
me hace creer.
Conservo las siluetas que me recuerdan
tu mirada,
tu pelo, tu sonrisa grosera
pero que cambia la armonía de mis memorias.

No me atrevo a irrumpir aún en tal lugar,
no me consigo una buena muletilla para refirírme
a lo desconocido.
Con grandes deseos y humeantes noches, 
me atrevo a irrumpir sólo en estas huellas
que tengo desde ese día.

Me pierdo en el deseo, que me es como un bosque
negado y prohibido por la colectiva sensación
de que es basto y recóndito.
Por los grandes árboles que proyectan 
desde tu mirada, se ve que la luz no entra tan fácil;
qué predecible parece todo, qué avasallador.


Es eso, es todo eso y más lo que me atrapa,
me seducen todos los miedos y pasiones
que viviría dentro de la inmensidad.
No me retracto de fallar, tampoco de perder la esperanza
porque sé que podré encontrar algo que más...
más que lo que muchos disfrutamos en carne.
Me estoy deshaciendo de la parafernalia 
que me hace digno de entrar, para entrar desnudo
y sentirte más de lo que a veces deseo hacerlo.
Me excita pensar qué es lo que me tienes deparando.

viernes, 30 de agosto de 2013

Tan infame.


Por Roberto C. Holguin.

Siguiendo los pasos de este paso,
encuentro duros carrizos
clavados y cortados
la intención los hizo volverse un
obstáculo más en el piso.

Reconozco los sonidos que hacen,
de noche los encuentro y choco con
el soplo de las hojas,
queriendo regresar a los carrizos.

Me estaco en el piso como uno de
ellos, siento... la humedad
me acoge, los gusanos me carcomen,
pero nunca dejo de sentir.
El cielo tan trivial, buscando
alejarnos de la tierra, siempre
buscando distraernos, pero nunca
se atreve a acercarse a nosotros;
como la extraño.

Yo deseo ya por fin, sentirme en
ese catatónico momento donde te
veo y reencuentro, viajando
por memorias y diversos mares
se hunden los más estúpidos,
¿por qué no dejarlos ir?.

Si los mares fueran tan poderosos,
y las olas tan temibles... 
arriesgo mi vida por cruzar y ver.
Ver lo que tanto soñaba enterrado,
y no sólo flotar como vara sin 
deriva.

Espero ese mar anodino y hermoso,
pero espero más me perdone la libertad
por encasillarla.

-"Regreso en mí, y me doy cuenta que sigo enterrado..."-.