lunes, 7 de octubre de 2013

Ebrill M.

Por Roberto C. Holguin

Dirigidos momentos he pasado
desde que mis memorias
hacen procesar que hay alguien
que no simplemente me intriga,
me hace creer.
Conservo las siluetas que me recuerdan
tu mirada,
tu pelo, tu sonrisa grosera
pero que cambia la armonía de mis memorias.

No me atrevo a irrumpir aún en tal lugar,
no me consigo una buena muletilla para refirírme
a lo desconocido.
Con grandes deseos y humeantes noches, 
me atrevo a irrumpir sólo en estas huellas
que tengo desde ese día.

Me pierdo en el deseo, que me es como un bosque
negado y prohibido por la colectiva sensación
de que es basto y recóndito.
Por los grandes árboles que proyectan 
desde tu mirada, se ve que la luz no entra tan fácil;
qué predecible parece todo, qué avasallador.


Es eso, es todo eso y más lo que me atrapa,
me seducen todos los miedos y pasiones
que viviría dentro de la inmensidad.
No me retracto de fallar, tampoco de perder la esperanza
porque sé que podré encontrar algo que más...
más que lo que muchos disfrutamos en carne.
Me estoy deshaciendo de la parafernalia 
que me hace digno de entrar, para entrar desnudo
y sentirte más de lo que a veces deseo hacerlo.
Me excita pensar qué es lo que me tienes deparando.

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